domingo, 19 de septiembre de 2010

II La historia de Caroline


Estaba postrada en una cama en la sala de cuidados intensivos, a su lado sobre la masa de luz varias hojas sueltas de lo que se podría suponer era su diario.

“…Nunca sentiste que aun estando rodeada de amigos había algo, había algo que hacia que todo eso valiese lo mismo que nada. Hasta ese momento (En el que lo vi por primera vez) nunca me había sentido así, se siente como si ese dolor, esa soledad que inundo mi pecho durante años hubiera (con solo mirarlo) desaparecido, como si nunca hubiese existido. Siento, siento, siento que el solo haberlo visto por un momento hubiese valido cada año en soledad, pues en ese momento entendí que siempre estuve esperando su llegada”

“…He vuelto a tener ese sueño y aun sigo sin entenderlo, ¿Qué significa? Tengo la impresión de que alguien me esta esperando, algo esta por ocurrir, tengo la sensación de que todo esto esta por cambiar…”

“…siempre es lo mismo, no puedo llegar por mas que lo intente, mis pies son demasiado pesados, siento que algo me detiene, quiero saber como va a terminar…”

“…Había algo allí, sentado bajo ese árbol esperándome ¿Pero estaba realmente ahí?...”

“…Siento que estaba vez no habrá nadie dispuesto a salvarme…”

“…No tengo forma de saber como terminara ese sueño, no puedo hacer otra cosa que pensar en ello. Son miles de preguntas sin respuesta, siento que todo esto es una mentira, que este mundo es una fantasía, siento que al final del sueño pondré encontrar la verdad, pero no tengo fuerzas para buscar el fin de la historia…”

“…No podré ir al colegio por un tiempo, los doctores todavía no saben que tengo, me siento atrapada en este frágil cuerpo, siento que estoy a punto de romperme…”

“…¿Puede una persona cantar sola entre el gentío? ¿Puede una niña gritar sin ser escuchada?...”

“…Pasan los días, y sigo igual, tirada en esta cama sin poder levantarme…”

“…¿Por qué me pasa esto? ¿Tanto he pecado? ¿Es un castigo divino acaso?...”

“…Mis días pasan sin mayores dificultades…”

“…Mis padres están preocupados y los doctores parecen no encontrar la respuesta…”

“…Según los doctores lo peor ya paso…”

“…Todos los estudios dieron negativo, pero los médicos no encuentran la causa de mi malestar y eso los esta frustrando…”

“…Desde ayer que puedo dormir sin respirador, quizá en algún momento me dejen salir a caminar, con suerte pueda volver por mis propios medios a casa…”

“…Ayer creí verlo caminar pos los pasillos como si estuviese perdido…”

“…Mamá estuvo llorando en los intervalos en que me hacia la dormida…”

“…Me sacaron el suero y me dejaron pasear por los jardines del hospital, creo que están a punto de darme el alta…”

“…Aun no encuentran la causa pero dejaron de hacerme estudios, creen que puedo ser algo pasajero…”

“…Desearía hallar algo que me hiciese sonreír…”

“…Porque es tan complicado ser feliz…”

Ella no hacia otra cosa que escribir en su diario, solía enfermarse con frecuencia y nadie encontraba la causa, ella siempre pensó que era un castigo divino por los pecados cometidos…

“ Al fin estaba en casa, admirando las gotas de lluvia recorrer mi ventada, agarre mi mochila, bese a mis padres y me dirigí rumbo al colegio.

Las calles parecían vacías, un manto de neblina lo cubría todo, me detuve frente a la escalinata del colegio, dejando que la lluvia me mojara, pensando si encontrare alguien dentro, pensando si lo volvería a ver.

Me mordí el labio y sacudí la cabeza intentando apartar su recuerdo. No sabia su nombre, ni su edad, nunca lo había visto hasta ese momento. Una brisa helada recorrió mi espina al recordar lo que sucedió aquella noche, lo cerca que estuve de salir herida o de quizás algo peor. Recordé los días que le siguieron a ese trágico evento, mi internación, mi madre llorando, los doctores preocupados, ladee la cabeza intentando volver en mi.

La lluvia era calida, no había viento, era una tenue lluvia de primavera. Ahí me encontraba, bajo la escalinata, sumida en mis pensamientos, como si estuviese esperando a alguien.

-¿Por qué es tan difícil dar el primer paso?- Medite en voz alta sin darme cuenta.

-Entremos, que se te hace tarde- me respondió el joven parado a mi lado.

-¿Me dirás tu nombre?-

-Sam, ese es mi nombre- Dijo divertido mirándome a los ojos.

-Entremos- y me tendió su mano.

Recorrimos el pasillo desierto hasta el salón, puse los ojos en blanco al darme cuenta de que el estaba en el mismo curso, Vestía de la misma forma que cuando lo vi por primera vez, un jean negro ajustado, remera blanca, camisa negra y un sobretodo de cuerno, su cabello le caía hasta los hombros y lo tenia prolijamente recogido en un cola de caballo en la nuca, Sus ojos fríos, su tez blanco la hacia lucir enfermo.

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